Esta mañana
escuche la siguiente expresión. “Aquí no hay nadie. La habitación está vacía”
Lo primero que se
me vino a la cabeza es una reflexión sobre el uso del lenguaje. En realidad lo
correcto sería decir “aquí hay nadie”, en lugar de decir que “aquí no hay
nadie”, porque la palabra “nadie” ya indica que hay cero personas, por tanto
decir que no hay nadie es decir que hay alguien. Pero como yo soy más tonto que
todas estas reflexiones, en el momento solo me salió decir –“No está vacía… hay
muebles y cacharros”-
La realidad es
que hay muchas más cosas. Incluso cuando una habitación no tiene muebles, ni
cuadros, ni personas dentro. A pesar de estar “vacía”, en realidad no lo está.
Y la prueba es que si hablas dentro de esa habitación, te escuchas a ti mismo.
Y si te escuchas a ti mismo es que no hay vacío sino que hay algo que transmite
ese sonido.
Ya se trate de
ruido o de sonido, estamos hablando de una vibración sonora que se transmite
por un medio más o menos denso. En el caso de la habitación “vacía”, cuando
hablas, tus cuerdas vocales vibran una contra la otra y alteran el aire que
tienen alrededor, los gases que hay en el aire, de modo que estos se contraen y
expande formando ondas más o menos ordenadas. Después es responsabilidad de tu
lengua, labios y boca dar forma a esa deformación del aire para que parezca que
dices algo (aunque también hay quien habla y habla y no dice nada). Si en esa
habitación “vacía” no hubiese gases con los que formar ondas, esas ondas no
llegarían a tu oído, no moverían el tímpano, este no movería tu líquido coclear
que a su vez no activaría las células ciliadas, estas no se activarían en
impulsos nerviosos que no llegarían al cerebro y se transformarían en lo que tu
cerebro y el mío entiende que es un sonido.
De tanto Oxígeno,
Nitrógeno y Argón se les fue la pelota a estos de mecano
El aire no es el
viento (que diría mi abuelo). El aire es la mezcla de gases que constituye nuestra
atmósfera. Se trata de una mezcla compleja de Nitrógeno, Oxígeno y vapor de
agua en su mayoría pero que luego en función del clima y del ambiente entre
otros factores (y de los compañeros de piso que uno tenga y lo limpios que
sean) puede contener trazas de otras sustancias como ozono, dióxido de carbono,
hidrógeno, algunos gases nobles, metano, etc, etc, etc, etc, etc (¡Lo sé, estoy
poniendo muchos etc!, pero es que la lista puede llegar a ser muy larga) La
concentración de estos gases también puede variar según la altura, la
temperatura y donde nos encontremos.
Antiguamente en
las minas que se escavaban en la tierra, los mineros tenían trabajando con
ellos canarios. Vale, ya sé que un canario no pica muy bien con las alas ni
carga piedras, pero tenían un trabajo muy importante. Así, si el canario
empezaba a hacer tontería y se ponía un poco loco, era signo de falta de
oxígeno, señal de que no se podía permanecer mucho más rato en la mina. Si el
canario la palmaba… ¡Pies para que os quiero! Podía ser señal de un escape de
gases como metano, azufre u otros gases tóxicos.
Por desgracia, y
cada vez más, en nuestras ciudades se respira un aire que está muy lejos de
estar limpio. No solo de gases se compone el aire, sino que se lo digan a los
alérgicos. Polen, ácaros, partículas de polvo en suspensión y miles de
sustancias contra las que nuestro cuerpo debe luchar a diario. Por suerte
nuestro cuerpo tiene algunas defensas en forma de mocos y pelos en la nariz. A
esto le pasa como a los pijamas de invierno o las mallas para hombres, que no
es estético, pero si funcional.
En el ámbito de los laboratorios somos muy conscientes
de que el aire puede estar cargado de muchas cosas indeseables. Trabajamos con
cientos de sustancias tóxicas, en muchos casos volátiles, y debemos tener
cuidado. Es por eso que trabajamos en campanas de extracción de gases y tenemos
detectores de humos y otras sustancias químicas repartidos por los laboratorios
como los detectores
de co de la empresa Indsci .
Las campanas de
extracción de gases de un laboratorio funcionan igual que el extractor de la
cocina de tu casa, pero más potentes. En la imagen se ven unas puertas de
cristal por las que metemos las manos (normalmente con guantes) y desde arriba
hay un extractor que succiona los gases de los productos con los que estemos
trabajando y los lleva a unos filtros que deben ser cambiados cada año o dos
años aproximadamente. Y de ahí, una vez filtrados, a la calle.
Campanas extractoras las hay de muchos tipos. Os pongo
algunos ejemplos (Desde las que parecen secadores de peluquería para hacerse la
permanente hasta otros más modernos).
Efectivamente, en
la última veis una campana que a los conductores nos suena mucho. Es una
campana que redirige los gases de nuestro vehículo a un detector para
indicarnos si nuestro motor de combustión funciona bien y si el tubo de escape
hace correctamente su función.
Como habéis
podido observar (o detectar de forma indirecta con detectores de humos o tu
oído) las habitaciones raramente están vacías. Estamos rodeados de aire y pura
química. Pero no te preocupes, tú también eres química y tienes bastante más
masa de sustancias químicas que el aire en el mismo volumen.
*Esta es una entrada patrocinada. Sin embargo todo el contenido ha sido elaborado libremente por el autor "Óscar Huertas" sin que haya sido editado ni transformado por el patrocinador. El autor de este blog se reservar el derecho de eliminar, modificar y/o transformar las entradas patrocinadas en cualquier momento si considera que los acuerdos acordados no han sido cumplidos. Disfruten de esta entrada como una mas del blog pues goza de la misma calidad (la mucho o poca) que hayamos tenido hasta ahora.
Somos una química y emitimos ruidos.
ResponderEliminarInteresante, no sabía que los canarios fueran tan sensibles e indicativos de falta de oxígeno y gases venenosos.
ResponderEliminar